Mi nombre es Arturo, soy un chico de 17 años de Burgos.
En el verano de 2018, participé en el programa y pasé algo más de dos meses viviendo en Nueva Zelanda, y experimentando todo lo que ello conlleva. Aparentemente, puede parecer un destino bastante exótico para cualquier persona e incluso llegar a intimidar; mucha gente se extrañaba que lo hubiera escogido.
"Pero nada más lejos de la realidad, ha sido el país en el que mejor me he sentido recibido y más a gusto he estado. Oportunidades así se presentan pocas veces en la vida, y lo mejor que se puede hacer es aprovecharlas."
por Arturo
De la experiencia, solo puedo sacar cosas positivas, dejando a las pocas malas totalmente eclipsadas.
Por una parte, es cierto que se requiere cierto grado de madurez para marcharse a las Antípodas, sin embargo, durante el tiempo que allí estuve, he de reconocer que se progresa mucho como persona: tanto tiempo sin los padres, ayudar en una casa en la que eres un huésped, afrontar la vida de estudiante nuevo en el colegio, el choque cultural… son aspectos que te curten, pero que por supuesto convierten a la experiencia en merecedora de la pena.
Volviendo al punto anterior, nunca está de más entrar en contacto con culturas y estilos de vida muy distintos a los nuestros, haciéndonos ampliar nuestra mente y visión del mundo y de las personas.
Otro argumento destacable es la gente y la diversidad de allí. Es normal tener nervios relacionados con la incertidumbre de si vamos a ser aceptados, pero no es precipitado admitir el carácter amistoso, agradable y educado de los nativos, a los que estaré eternamente agradecido por haberme hecho tan sencilla la integración en la vida social allí. Consecuentemente, otro de los regalos de la experiencia son las amistades que se hacen allí, muchas de las cuales tengo el placer de seguir conservando.
Mucho tengo que agradecer a Nueva Zelanda por lo que me ha aportado en todos los aspectos: desde la excelente familia que tuve, hasta todo las amistades que hice, pasando incluso por los profesores del colegio.
Se trata de una experiencia irrepetible y claramente gratificante.
Por eso, de primera mano, animo a cualquiera ligeramente interesado en salir de su zona de confort darle una oportunidad, porque merece mucho la pena. Los nervios son más que comprensibles, pero no debemos dejar que nos frenen, sino sustituirlos por ganas y entusiasmo. ¡Hasta el jetlag se me hizo ligero estando allí!
"Mucho tengo que agradecer a Nueva Zelanda por lo que me ha aportado en todos los aspectos: desde la excelente familia que tuve, hasta todo las amistades que hice, pasando incluso por los profesores del colegio."
por Arturo
Se trata de una experiencia irrepetible y claramente gratificante.
Por eso, de primera mano, animo a cualquiera ligeramente interesado en salir de su zona de confort darle una oportunidad, porque merece mucho la pena. Los nervios son más que comprensibles, pero no debemos dejar que nos frenen, sino sustituirlos por ganas y entusiasmo. ¡Hasta el jetlag se me hizo ligero estando allí!