Me llamo Alicia y este diciembre hizo un año desde mi vuelta a España y todos los recuerdos volvieron a mí. En un intercambio, no es todo fácil y de color de rosa, puede ser que al principio estés un poco perdida/o, ya que te estás enfrentando a nueva gente, nueva casa, idioma distinto y además de todo eso, estás lejos de tus seres queridos, pero puedo asegurar que merece la pena tirarse a la piscina.
Las primeras semanas que estuve en Nueva Zelanda fueron un poco duras. Nunca había estado tan lejos de mi casa y tenía que construir de alguna forma una "nueva y temporal" vida. Allí también hay muchas personas de distintos países que tienen la misma situación que tú, y es bonito porque conocí e hice amigos con otras culturas y hasta aprendí un poco de otros idiomas.
Los colegios allí también son espectaculares, tienen un sistema educativo muy distinto, te dejan elegir tus asignaturas para que puedas ir formándote en lo que más te gusta.
Nueva Zelanda es un paraíso, todos los fines de semana nos íbamos a visitar lugares alucinantes, hacíamos a veces barbacoas en la playa, conocíamos a otros internacionales
Ese año fue el mejor de toda mi vida, me conocí un poco más a mí misma, crecí mucho personalmente y me abrió mucho los ojos. También me ayudó mucho a superar esa vergüenza que tengo, a ser más abierta de mente y con la gente. Conocí muchas personas con las que he pasado muchas experiencias y sé que serán amigos de verdad y para siempre. De hecho, ya he ido a visitar algunos a Italia y Brasil.
Un año en un país extranjero es una experiencia única y si tienes la oportunidad de ir es un delito desaprovecharla.
Recomiendo Openmind como agencia. Siempre me sentí en muy buenas manos. Tenían un trato muy personalizado y cariñoso en todo momento. Te preparan bien y están por ti y por los padres, que se quedan en casa, siempre cuando hace falta. Recomendaría y recomiendo esta experiencia a todo el mundo, a veces hay que salir de tu zona de confort y descubrir cosas nuevas que pueden que te cambien la vida para bien